martes, 29 de abril de 2008

Candidato escogido, no elegido.

Durante el último mes y medio la campaña de Hillary Clinton ha conseguido, gracias principalmente al reverendo Wright, claramente un supremacista negro totalitario, parroco de la Iglesia de Obama, centrar el debate de la primaria en el aspecto que a ella le convenía:el carácter y la persona de Obama.
De acuerdo con esta visión los resultados electorales obtenidos en las primarias son un elemento para decidir el candidato, pero no el elemento único ni siquiera el principal; lo importante es su elegibilidad como candidato, es decir, si es idoneo para ganar y tiene el carácter y las condiciones necesarias.
Durante gran parte de la campaña de Clinton insistió en que Obama no ganaba en los estados grandes y decisivos para la elección de noviembre; este mensaje no surtió el efecto deseado pues los resultados de Obama en los últimos Estados grandes eran aceptables. Después , sin importarle las consecuencias para la campaña nacional, Clinton llamó inexperto a Obama e insistió en ese punto (si llaman a las tres de la madrugada a la Casa Blanca...) y gracias al filón Wright, Clinton y su staff ha castigado duramente la idoneidad de Obama, como persona alejada del americano normal : las connotaciones racistas del discurso del parroco han afectado a Obama y su desliz al llamar amargados a los habitantes de las pequeñas localidades, han agrandado la brecha de su discurso con el sector más clasico del electorado democráta.
La consecuencia es que paulatinamente Obama está perdiendo la aureola kennediana que la prensa le había otorgado. El problema es que salvo debacle las matemáticas son claras: Obama ganará las primarias, porque el sistema proporcional le permite consolidar la ventaja que tiene.
Cómo se va a reir George W. Bush si el partido democráta escoge para sucederle un candidato no elegido por el pueblo...

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